Obviamente la mejor manera de saber si su hijo está creciendo siguiendo un patrón normal es mediante un seguimiento diario. ¿Quién mejor que sus propios padres que lo ven día a día para saber si está pasando algo raro? Naturalmente, el pediatra también interviene en este asunto, midiendo al niño de forma habitual en los reconocimientos médicos.
Cuando se descubre que el niño tiene una estatura menor de lo que debería ser normal para su edad, entonces hay que averiguar la causa. Existen numerosas causas que pueden provocar una talla baja, incluyendo una mala nutrición, el historial familiar y de constitución, otras enfermedades, por ejemplo, gastrointestinales… Estos niños también podrían tener niveles bajos de algunas hormonas asociadas con la deficiencia del crecimiento. Esta deficiencia hormonal puede causar un nivel bajo de insulina o una deficiencia del factor de crecimiento de tipo insulina 1 o IGF-1, una hormona producida principalmente en el hígado que determina gran parte de los efectos de crecimiento de la hormona del crecimiento.
Algunos niños tienen una deficiencia en el crecimiento a pesar de tener niveles normales o incluso elevados de la hormona del crecimiento. Esto traía de cabeza a los especialistas. Se desconoce la causa principal de este trastorno y algunos son diagnosticados como de talla baja idiopática. Sin embargo, se ha descubierto que algunos de estos niños tienen niveles bajos de IGF-1. En la actualidad, se dice que estos niños tienen una condición endocrina nueva conocida como Deficiencia del Factor de Crecimiento de tipo insulina I Primario. Un término que describe los niveles bajos de IGF- 1 y que provoca la talla baja.
La deficiencia del factor de crecimiento de tipo insulina I, (IGF-1), también llamado somatomedina C o factor de sulfatación, es un descubrimiento relativamente reciente. En el crecimiento intervienen numerosos factores, interrelacionados entre sí. Si uno de ellos falla, entonces todo el proceso de crecimiento puede verse detenido o interrumpido, por lo que el niño crece a un ritmo menor de lo normal.
Este descubrimiento es importante para las familias que han sido informadas anteriormente que los niveles de la hormona del crecimiento de sus hijos se encontraban dentro de los valores normales, porque los niños con un IGF-1 bajo no suelen responder bien a la terapia de reemplazo con la hormona del crecimiento y necesitan una terapia IGFD.
Este nuevo descubrimiento está empezando a extenderse entre especialistas y no especialistas, ya que muchos todavía desconocen esta posibilidad.
Para diagnosticar una deficiencia en el crecimiento es necesario descartar otras enfermedades y medir el nivel de IGF-1 en la sangre. Una vez identificado es necesario determinar el estado de la misma, ya que puede variar entre una forma moderada o severa, dependiendo del nivel en el que se encuentre el valor IGF-1.
Esta deficiencia puede tratarse actualmente con unos productos hormonales aprobados recientemente por la Administración de Drogas y Alimentos (EEUU) que han probado su eficiencia, mejorando el crecimiento del niño y su estatura de adulto.
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